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EL DIFICIL ARTE DE GOBERNAR Y DE OPINAR

Javier Orozco Alvarado
Cada vez estoy más convencido que gobernar es una tarea muy difícil, sobre todo porque, gobierne quien gobierne, siempre habrá una oposición; desde los paridos o desde la sociedad.  Sobre todo porque, como bien decía el economista y sociólogo Max Weber, hay quienes viven de la política y quienes viven para la política.
Digamos que, quienes viven de la política aspiran a perpetuarse en el cargo y quienes están en la oposición suspiran por ocuparlo. Pero quien vive para la política, más que ambicionar el ocupar un cargo, aspira a que quienes gobiernan lo hagan bien, para beneficio de la sociedad.  Por eso, muy acertadamente a mediados del siglo XVIII, el politólogo y jurista francés  Jean Jacques Rousseau, en su libro sobre El Contrato Social, respondía a quienes le preguntaban que, “porqué sin ser legislador opinaba sobre lo que debía hacerse o no”; a lo que respondía, “si fuera legislador haría lo que tiene que hacerse o mejor me quedaría callado”.
Y es que, seguramente, habrá quienes consideren que opinar desde una perspectiva académica o científica es muy simple; cuando en realidad es bastante complicado tener que opinar muchas veces hasta en contra de quienes son amigos o compañeros de partido para tratar de orientar la toma de decisiones de los gobiernos en turno. En realidad, opinar por sentido común es más sencillo que opinar desde una perspectiva científica o desde el ámbito profesional.
Hago todo este corolario porque a lo largo de mi carrera he criticado tanto a gobiernos del PRI, como del PAN u otros partidos, incluso al Movimiento Ciudadano, a pesar de que tengo muchos amigos en casi todos los institutos; pero siempre ha sido con el buen ánimo de contribuir a corregir las malas decisiones de gobierno o exigir la atención de necesidades prioritarias de la sociedad.  Tanto Weber como Rousseau, Ortega y Gasset y muchos otros científicos más, siempre han estado de acuerdo en la importancia de la imparcialidad de quienes se dedican a esa tarea; por eso, estemos de acuerdo o no, tenemos que reconocer cuando se hacen bien las cosas o señalarlas cuando se hacer incorrectamente.
Aclaradas las cosas, ahora si podemos decir que muchos hemos cuestionado, con fundamento científico o no; que los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón llevaron al país a la quiebra. Es más, la falta de crecimiento económico trajo como consecuencia, el incremento del desempleo, la emigración internacional, el crecimiento de la pobreza extrema, el deterioro educativo, la pérdida de valores, la descomposición social y el aumento del crimen organizado. Fueron dos sexenios perdidos para nuestro país, fueron dos sexenios en los que México se mantuvo estancado; no creció ni la economía ni las exportaciones, a pesar de haber heredado de sus antecesores un país con una economía basada en el modelo exportador. No supieron ni gobernar, ni administrar, ni dirigir los destinos de la nación.
Es verdad que hoy tenemos nuevo gobierno con viejo partido; pero fue el partido que, nos guste o no, contribuyó a la edificación de esta nación. Hoy, quienes gobiernan desde Los Pinos, tenían la responsabilidad histórica de mantener inmóvil  a México como lo mantuvieron los gobiernos panistas o aventurarse a transformarlo siguiendo el ritmo de los tiempos que marca el nuevo orden económico mundial.
Hoy nadie duda que los gobiernos panistas le apostaron al bajo costo de la mano de obra para atraer inversiones, pero países como China e India superaron sus inhumanas estrategias. El presidente del empleo fracasó, porque ningún país en el mundo puede apostarle a los bajos salarios para mejorar la competitividad de una nación.
El nuevo orden económico mundial exige para el mejoramiento de la competitividad el mejoramiento de las capacidades  científicas y tecnológicas, reglas claras para la competencia económica y disponer de energía barata.
Por eso, en mi más modesta mi opinión, esos son los ejes estratégicos que ha puesto en marcha el  gobierno federal para mover al país. O le apostamos a las nuevas estrategias que encabeza el nuevo gobierno de la República o nos quedamos en el estancamiento y el retroceso económico y social que caracterizó durante dos sexenios a los gobiernos panistas.
 

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