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La importancia de la educación en valores

Hoy quiero destacar la importancia de vivir en una ciudad intermedia como Puerto Vallarta. Especialmente para los niños, pues son ellos quienes heredan nuestros valore, nuestras tradiciones y nuestras costumbres familiares.
El formar buenos ciudadanos no sólo depende de los conocimientos adquiridos en las escuelas sino también de lo que nos enseñan en nuestra propia casa. Hay muchos que opinan que la educación que recibimos en las aulas nos hace más competitivos, individualistas y egoístas; que poco nos enseñan a cooperar, a trabajar en equipo o a superar nuestros propios obstáculos, porque la educación está más orientada a desarrollar capacidades y conocimientos estandarizados que a desarrollar nuestra creatividad, nuestro potencial personal y nuestras habilidades sociales.
Por eso la educación escolar, tanto de los niños como de los jóvenes, tendría que estar orientada al desarrollo de habilidades, valores, destrezas, actitudes y conocimientos conceptuales que les permitan relacionarse socialmente y con ellos mismos.
Sobre todo porque favorecer su desarrollo integral les permitirá conocer su cuerpo, sus sentimientos, sus emociones, sus potencialidades y su capacidad creativa.
Y digo todo esto porque, muy recientemente, un grupo de niños vallartenses que participaron en la paralimpiada 2016 que se llevó a cabo en Acapulco, Guerrero, pusieron en alto el nombre de Jalisco a nivel nacional al contribuir con once preseas al medallero de la comitiva jalisciense que participó en dicha justa deportiva.
Entre estos pequeños deportistas que han contribuido a que Jalisco mantenga en 2016 el primer lugar en el medallero nacional, participó Abril Guadalupe Mendoza; quien es ni más ni menos que la nieta de un auténtico vallartense como Leobardo Mendoza García, conocido por muchísima gente de Puerto Vallarta como el “guacho”.
En particular, abril fue la ganadora de una medalla de Oro en lanzamiento de bala y otra de Plata en lanzamiento de disco, lo que refleja que, al igual que otros niños vallartenses, ha sido educada bajo principios y valores familiares que le han permitido conocer sus potencialidades y tener una actitud positiva frente a la vida y a los obstáculos que le acompañan.
Pero todo esto tiene que ver con la capacidad de una gente como Leobardo Mendoza para amar a su pueblo, su familia, su trabajo y a sus amigos. Es indiscutible que el deseo de superación de su nieta ha tenido que ver con la herencia que en vida está dejando Leobardo a su familia, pues nadie podrá regatear su capacidad de entrega en el trabajo, su disciplina, personal, laboral y deportiva; su gratitud y su lealtad a los amigos y a las instituciones, su esfuerzo permanente de superación, su respeto por las diferencias, por las personas, por la naturaleza y con todo aquello que tenga que ver con el desarrollo de los demás.
Por eso me refiero a que la educación en valores familiares es fundamental para el desarrollo pleno de nuestros niños y de nuestros jóvenes. Especialmente, cuando vemos que en lugar de mejorar las capacidades de nuestros niños en las escuelas, vamos retrocediendo; más ahora que está en marcha en nuestro país una reforma educativa impuesta antidemocrática y autoritariamente.
Simplemente, según la evaluación escolar que realizó el INEE de la SEP en 2010, se pudo observar que el porcentaje de alumnos por Nivel de logro a nivel Nacional en 2006 fue de 4% en el Nivel Avanzado y para 2010 bajó a un 2%; que los que alcanzaron un Nivel Medio fue un 29% en 2006 y en 2010 bajó a 11% y que, en 2010, el 64% de los niños estuvo por debajo del Nivel Básico. Prácticamente dos terceras partes de nuestros niños de primaria se encuentran por debajo del término medio en capacidad de logros; por eso nuestro reto es valorar qué estamos enseñando en las escuelas y si algún día esa educación les servirá a nuestros hijos para lograr su realización plena como personas.

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