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Doce años sembrando esperanza tras los muros

Navidad y Año Nuevo: una celebración de humanidad para mujeres cautivas en Puerto Vallarta

 

 

Puerto Vallarta, Jalisco.
Desde hace 12 años consecutivos, la solidaridad y la empatía encuentran un espacio muy especial dentro del Centro Penitenciario de Puerto Vallarta, donde se lleva a cabo una emotiva celebración de Navidad y Año Nuevo dedicada a las mujeres privadas de la libertad. Este significativo encuentro ha sido posible gracias a la gestión, coordinación y sensibilidad de la periodista Cary Zárate, quien, con el respaldo de diversos patrocinadores, ha logrado mantener viva esta tradición que transforma corazones.

La jornada inició con una plática y sesión de meditación, creando un ambiente de introspección y calma. Entre velas, incienso y el sonido armonizante del cuenco, las participantes vivieron un momento de conexión emocional que marcó el inicio de una experiencia profundamente humana.

Uno de los momentos más esperados fue la comida de tres tiempos, preparada y servida por el reconocido chef Thierry Blouet, propietario del emblemático Café des Artistes. Junto a su equipo, ofreció un menú gourmet que convirtió el comedor en un espacio de dignidad, respeto y celebración.

Las bebidas estuvieron a cargo de Rebeca del Toro, de Bebidas Vallarta, quien una vez más se sumó con generosidad a esta noble causa. Más adelante, el gesto solidario de Alejandra Cornejo se hizo presente con la entrega de regalos personalizados para cada una de las internas, provocando sonrisas, emoción y agradecimiento.

La música llenó el ambiente de alegría gracias a Freddy y músicos invitados, quienes acompañaron la jornada con karaoke, baile y momentos de convivencia que fortalecieron el espíritu festivo. Los concursos y dinámicas hicieron de la tarde un recuerdo inolvidable.

El postre, ya una tradición, llegó de la mano de Don Chonito, cuyo pastel se ha convertido en un símbolo de esta celebración. La emoción alcanzó su punto más alto con las tradicionales piñatas donadas por Bruno Blancas, que entre risas, cantos y aplausos liberaron dulces y billetes al ritmo del clásico “dale, dale, dale”, despertando entusiasmo y unión entre las asistentes.

Concursos, regalos, baile y convivencia dieron cierre a una jornada que va mucho más allá de una festividad. Es un acto de empatía, una pausa de esperanza y un recordatorio de que la dignidad y el afecto también pueden florecer tras los muros.

Después de más de una década, esta celebración se consolida como un ejemplo de compromiso social, demostrando que la Navidad y el Año Nuevo también pueden vivirse con alegría, humanidad y amor, incluso en los espacios más inesperados.

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