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El abuso de poder en México

Javier Orozco Alvarado
El pasado domingo 21 de agosto la periodista Carmen Aristegui anunció en las redes sociales que su equipo de reporteros presentaría a la opinión pública un nuevo escándalo en el que estaba involucrado el presidente Enrique Peña Nieto, lo cual generó una gran expectativa y una extensa difusión entre amplios sectores de la población.  Y es que, últimamente, los mexicanos estamos muy pendientes acerca de lo que sucede en torno a la vida íntima, personal, familiar y política del presidente de México.
Sin duda que el escándalo de la Casa Blanca, así como el más reciente vinculado con las supuestas propiedades de la primera dama en Miami, han generado cierto morbo entre la gente y los diversos medios de comunicación.  Por eso, aprovechando estas circunstancias, se hizo esta nueva investigación en la que se muestra el plagio de algunos de los contenidos de la tesis de licenciatura de Peña Nieto.
Mi opinión muy personal es que en nuestro país existe una cultura cada vez más arraigada en el empleo del poder para destruir la imagen, el trabajo o la reputación de quienes desempeñan un importante papel en la sociedad.
No es que esté defendiendo la investidura del Presidente de la República, ni el trabajo periodístico de Carmen Aristegui, porque ellos saben defenderse solos; pero tan me parece poco ético el abuso del poder político para obstaculizar el trabajo profesional de cualquier ciudadano, como el emplear el periodismo y los medios de comunicación para construir escándalos de asuntos intrascendentes que son amplia y añejamente conocidos en nuestro país.
Parece hasta gracioso que el tema de la tesis de licenciatura de Peña Nieto haya causado tanta indignación de escritores, universitarios, intelectuales, investigadores y de gente en general por haber tomado algunos párrafos de diversos autores sin citar las fuentes. Me pregunto, de cuándo acá, las tesis de licenciatura de nuestras universidades cuentan con un verdadero rigor académico o científico. No porque no deban tenerlo, pero ese problema es muy común hasta en las tesis de maestría y doctorado.
Sobran casos en los que algunas tesis doctorales de investigadores de nuestro país han sido denunciadas nacional o internacionalmente por el plagio, no sólo de párrafos completos, sino de la totalidad de la tesis.
Que bueno que ahora nos estemos preocupando en México porque nuestros egresados de licenciatura cumplan con el rigor científico a la hora de elaborar una tesis, pero también deberíamos preocuparnos por revisar cuantos egresados de la élite política de todos los partidos políticos de nuestro país obtuvieron el título sin hacer tesis y, mucho menos, sin haber asistido a clases.
 
Creo que los mexicanos ahora si nos estamos pasando de moralistas sin medir que, tanto el abuso del poder político, como el abuso del poder de los medios y del periodismo, se han convertido en instrumentos poco éticos para lograr los fines más espurios.
Es entendible que por abuso de poder Carmen Aristegui haya sido expulsada de la Cadena MVS por haber investigado el caso de la Casa Blanca; pero es igualmente abuso de poder el emplear los medios y la labor del periodismo para seguir hostigando bajo cualquier pretexto a la figura presidencial.
Por eso, los señalamientos respecto a la susodicha tesis, no deben hacernos perder de vista que en nuestro país tenemos serias deficiencias estructurales y educativas; las que se reflejan en el hecho de que en México existen 0.7 investigadores y una producción de menos de un artículo científico por cada cien mil habitantes.
No esperemos que nuestra clase política cumpla con una responsabilidad intelectual que ni los doctores del conocimiento, ni los investigadores, ni los científicos hemos venido haciendo; pues es evidente que nuestra incultura y nuestro atraso educativo, científico y tecnológico tiene que ver con la pobreza de nuestros recursos humanos. De hecho, según los datos más recientes, el promedio de investigadores en países de la OCDE es de 3 mil 400 por millón de habitantes, mientras que en México es de 383.
Por eso, el tal nuevo escándalo de Peña Nieto ni es algo nuevo en México, ni es tan grave como para obstruir el avance de la política o de la ciencia; simplemente, es una guerra de poderes.

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