Unidos por la familia: más allá de credos, por un Puerto Vallarta seguro y con valores
Cuando autoridades, ciudadanos y líderes religiosos coinciden en un objetivo común, las diferencias se vuelven puentes para construir espacios seguros, programas incluyentes y un mejor futuro para nuestras familias.

Por: Jhovanee Monge
Editora de The VIP Vallarta
Como madre de familia, ciudadana y amante de Puerto Vallarta, creo que estamos ante un momento que merece reflexión y acción. Esta semana, por primera vez en la historia de nuestro municipio, representantes de distintas religiones —cristianos, católicos y otras asociaciones— se sentaron en la misma mesa con autoridades municipales, empresarios y asociaciones civiles para dialogar sobre un objetivo común: promover los valores familiares y la paz social.
Es importante subrayar que reconocemos y respetamos plenamente el Estado laico que rige en México. Esta iniciativa no busca promover credos ni ganar adeptos, sino fomentar la integración de la familia como base de una sociedad sana, sólida y capaz de ofrecer un futuro seguro a las nuevas generaciones.
Sé que la noticia generó comentarios divididos. Algunas voces se mostraron inconformes por el vínculo entre credos religiosos y gobierno. Sin embargo, más allá de las creencias personales, no podemos perder de vista lo que realmente importa: la familia. Porque cuando los dogmas se dejan de lado para trabajar en un fin común, se abre una oportunidad única para construir una comunidad más fuerte y unida.
Puerto Vallarta, como destino turístico internacional, necesita urgentemente más espacios seguros y actividades pensadas para toda la familia. Hoy, nuestros niños y jóvenes tienen pocas alternativas de recreación que sean accesibles, incluyentes y verdaderamente formativas. La falta de opciones nos deja expuestos a riesgos: la violencia, las adicciones y la pérdida de valores que sostienen la convivencia pacífica.
El anuncio del Mes de la Familia para octubre, con actividades comunitarias, desfiles y acciones para promover valores, es un paso positivo. Pero no debe quedarse en un evento aislado. Necesitamos programas permanentes que fomenten el deporte, la cultura, el arte y la participación ciudadana; espacios donde podamos convivir con seguridad, compartir y fortalecer los lazos familiares sin importar nuestra religión, condición social o procedencia.
Aquí es donde el papel de los padres y madres es crucial. No podemos limitarnos a observar; debemos involucrarnos y exigir a nuestras autoridades la creación de espacios y programas verdaderamente incluyentes. Tenemos el derecho y la responsabilidad de pedir que se destinen recursos para proyectos que protejan a nuestros hijos, que formen ciudadanos responsables y que fortalezcan el tejido social.
Una ciudad segura no se logra solo con policías en las calles, sino con jóvenes motivados, familias unidas y una comunidad que valora el respeto, la empatía y la cooperación. Si ciudadanos, empresarios, líderes religiosos y gobierno logramos trabajar juntos con un mismo objetivo, Puerto Vallarta podrá ofrecer no solo hermosas playas a sus visitantes, sino también un ejemplo de convivencia y calidad de vida para sus habitantes.
Hoy, más que nunca, la familia debe ser el punto de encuentro que supere nuestras diferencias y nos impulse a construir un Puerto Vallarta más seguro, humano e incluyente.