LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
Recientemente comenté en otra de mis colaboraciones que nuestro país enfrenta significativas brechas tecnológicas respecto a los países más industrializados del mundo y con otros de igual o menor desarrollo, como consecuencia de la insuficiencia de científicos y de producción científica a nivel nacional. Pues, de hecho, según datos del Conacyt, México cuenta con 25,392 científicos, mientras que Brasil tiene 48,781 y España 116,595.
Aunque no es mi intención dar una cátedra de ciencia y tecnología, me gustaría que quienes no se dedican a esta profesión, entiendan la importancia de generar conocimientos y la manera de aproximarse científicamente a la realidad.
Por principio de cuentas, hay que entender que el conocimiento sobre la realidad puede tener su origen en el “conocimiento vulgar” o conocimiento común; esto es, el conocimiento que se genera a partir de la observación de la realidad aparente. Esta es la manera en que cualquiera de nosotros puede interpretar, describir o explicar los acontecimientos comunes de la vida cotidiana, de manera subjetiva, intuitiva o dogmática.
Por eso, el conocimiento científico va más allá de la simple observación, de la especulación, de la imaginación o de los intereses particulares del individuo. La ciencia, en cual quiera de sus grandes campos, se vale de teorías, de métodos, de técnicas, de fuentes de información y de conocimientos para el análisis y la interpretación.
La investigación puede ser básica o aplicada. La primera, puede estar orientada a conocer los avances teóricos de la ciencia, a la descripción de la realidad o a explicar el comportamiento de algunos fenómenos (económicos, políticos, sociales ambientales, ect.); mientras que la segunda, está encaminada a desarrollar productos, técnicas, instrumentos, procedimientos o mecanismos para resolver los problemas, el origen o las causas de cualesquier fenómeno.
El conocimiento científico es social, es histórico y es empírico; por eso, el investigador recurre a la revisión de fuentes bibliográficas, hemerográficas, estadísticas, documentales y directas, dependiendo de su campo de conocimiento. La revisión de otras teorías nos será útil para saber del avance y las necesidades de la ciencia. El método nos sirve para aplicar el procedimiento más adecuado y la técnica para recoger, procesar e interpretar la información y generar un resultado que pueda tener aplicación.
Lamentablemente, cada vez enseñamos menos investigación en nuestras escuelas y nuestros jóvenes se preocupan más por el futbol, el chat o los bares que por leer un libro, informarse o saber qué es lo que está pasando a nuestro alrededor.
Estoy consciente que es absurdo tratar que la gente entienda en una cuantas líneas cómo se hacer ciencia; pero creo que es importante que nos demos una idea del por qué tenemos tantas deficiencias en la generación de información, de conocimientos y de soluciones para resolver tantos y tantos problemas que hoy nos aquejan a los mexicanos.
La pobre producción científica en nuestro país, así como el reducido número de científicos en los diversos campos del conocimiento hace imposible atender nuestros múltiples problemas económicos, políticos, sociales, ambientales o de salud. Por eso, necesitamos más y mejores economistas que entiendan y sugieran nuevos modelos o políticas para salir del subdesarrollo; antropólogos, historiadores y sociólogos que interpreten y sugieran soluciones para enfrentar nuestra conflictiva y preocupante descomposición social; físicos, químicos, tecnólogos e ingenieros que aporten sus conocimientos para atender nuestros problemas de salud, de producción , de distribución, etc., etc. Necesitamos mucha ciencia, mucha tecnología, muchos conocimientos y muchos científicos para salir del atraso en que por décadas hemos estado sumidos.
Hoy nos encontramos como como un ratón en ratonera; tenemos queso pero no sabemos cómo podremos salir de ella.